—En realidad no puedo asegurar nada acerca del autor. Todo lo que se sabe acerca de su vida y obra es fruto de la pura especulación. Rumores y más rumores, pura superstición y chismorreo. Me parece fantasioso aventurar que nadie haya envenenado la portada, pero es uno de las muchas historias que se cuentan.
Kinsley consultó un reloj de bolsillo que extrajo de su chaleco y alzó las cejas en un gesto algo cómico.
—¡Caramba, qué horas son! Ha sido un placer mantener una charla con ustedes, caballeros —comentó mientras le tendía a Levi una tarjeta—. Este es mi contacto. Llámente si desean volver a reunirse de nuevo para conversar sobre literatura o cualquier tema que ustedes consideren, o si averiguan algo acerca del volumen que nos ocupa. Estoy seguro de que este es el principio de una longeva amistad.
El señor Berryman se despidió con una exagerada reverencia antes de ponerse el sombrero y abandonar el local, sin perder aquella sonrisa radiante y llena de calidez.
La campana tintineó, dejando una atmósfera enrarecida en el aire. El peso de la soledad cayó sobre sus hombros. Era como si se hubiese roto un hechizo y el sol se hubiese ocultado repentinamente para dejar la tienda en penumbra. En efecto, ya se había hecho algo tarde*.
FIN DE LA ESCENA
*Serán sobre las 17:00.
Decidme por off-topic cómo os acercáis hasta Newburyport (o donde querías desplazaros) y os abro la nueva escena.