Durante la comida con la joven Marie Kowalsky y el camino de vuelta, Samuel meditó sobre lo que le había sucedido en el contenedor. Apenas pudo saborear el plato polaco que le habían recomendado. Aquella voz parecía haberse vuelto más persistente, colándose en sus pensamientos cada vez que bajaba la guardia y acababa de abrirle la puerta. Había cedido.
Como si soñase despierto, el exbateador se vio a sí mismo de joven. Los colores de la ropa y su piel parecían mucho más saturados, como en aquellos cómics y cromos. Vibrante y con una sonrisa tan perfecta que resultaba inquietante.
—¿Qué es lo que tu corazón más anhela, Samuel? ¿Qué es lo que deseas con todas tus fuerzas?
Samuel hizo un breve repaso de las sensaciones que más placer le causaban.
Le encantaba sentirse fuerte, le encantaba terminar una jornada de ejercicios y sentir sus músculos palpitantes, con la satisfacción de haber llegado al límite de nuevo.
También disfrutaba con el reconocimiento ajeno. Una sensación de júbilo apenas contenible le inundaba el cuerpo cuando un perfecto desconocido lo reconocía como el gran jugador de baseball que había sido.
Y sí, sobre todo de los blancos. Nada ansiaba más que ser aceptado y querido en los círculos blancos. Maldecía haber nacido negro y haber quedado fuera del Olimpo social. Y esos malditos revolucionarios niggers… ¡Solo hacían que enfurecer a los mandamases del país!
Pero todo eso ya había pasado. Le daba morbo y placer, sí, pero hacía tiempo que había aceptado su nueva condición de muerto en vida. Al menos socialmente hablando.
Ahora solo vivía para encontrar la oportunidad de vaciar el contenido de su agujero anímico.
Solo quería escampar su dolor por encima de alguien que se lo mereciese, de causar un dolor intensísimo sobre alguien otro y luego, sin tener tiempo a comprender si lo había hecho bien o no, morirse.
Venganza sádica y brutal sobre alguien malo hasta los tuétanos, alguien que pudiera relacionar interiormente con la muerte de Constance, alguien quien pudiera más o menos pagar el precio por la muerte de su mujer. Y es por eso por lo que esta investigación sobre los Dioses incomprensibles le había conseguido sacar de su casa. Esos, unos u otros, pagarían el precio antes de morir todos.
Cada día faltaba menos, la muerte se acercaba.
Muy inquietante lo tuyo.
La sonrisa de su colorido reflejo se ensanchó.
—Eso es. La fama, los vítores, el reconocimiento… Son valores vacíos. Y se esfuman tan rápido como vienen, pero la venganza y la justicia son otro cantar.
Samuel se miró las manos. Reposando cómodamente sobre sus guantes de baseball* se encontraba la cabeza de aquel engendro que le había asaltado en el callejón. Todavía estaba caliente. Goteaba. Sus ojos, que le recordaron a los de uno de aquellos atunes que exhibían en la pescadería de su calle, le devolvieron una mirada vacía.
Le recorrió un escalofrío de placer.
—Deseas derramar la sangre de tus enemigos. Aquellos que te arrebataron lo poco que te ataba a este mundo, los que desgarraron tu humanidad hasta dejarte vacío. Y yo te ofrezco exactamente eso. ¿Por qué no? ¿Por qué no íbamos a aprovechar este nuevo poder para aplastarlos?
Un crujido.
Sin darse cuenta, Samuel había apretado tanto las manos que ahora del cráneo solo quedaba una pulpa viscosa y sanguinolenta. Ya no llevaba guantes. Lo había hecho con sus manos desnudas.
Su reflejo sonrió todavía más.
Muy inquietante lo tuyo.
Esa era la idea, xDD
Me gusta mucho el terror psicológico, como en Quiero gritar pero no tengo boca. A ver qué podemos sacar de aquí y cómo saldrá parado tu personaje.
*Sé que eras bateador, pero permíteme la licencia "poética".
Samuel se sorprendió de lo vívidas que llegaban a ser sus imaginaciones.
Sin duda esa cosa que había dejado entrar en su mente era de gran poder.
Samuel creía comprender lo que estaba sucediendo, y en parte quiso parar unos segundos para despedirse de su anterior yo.
Recordó los pocos años que había podido disfrutar de una familia entera, con Constance y con Mike. A su mujer la habían matado cuándo Mike apenas tenía 7 u 8 años. Había sido demasiado poco tiempo.
Se acordó de algunos instantes con su hijo jugando en el pequeño parque que habían montado en el jardín. En ese entonces el exterior de su casa era esplendoroso y alegre. Su mujer tenía buena mano para con las flores. Era encantadora.
Samuel suspiró y se despidió de esos recuerdos tan tiernos. Una lágrima caía a lado y lado.
Había estado muchos años luchando para mantener esos recuerdos a flote para tratar de salvarse a sí mismo, pero su voluntad ya no daba para más. Estaba cansado de luchar.
“Bien Cosa –pensó sin mover siquiera los labios-, ¿y qué es lo que quieres de mí?
¿Qué puede darte un humano acorralado y arrinconado como yo para que quieras sellar un pacto conmigo?
Te aseguro que, si intentas volverme contra los que amo, lo perderás todo”.
A ver qué podemos sacar de aquí y cómo saldrá parado tu personaje.
Mal, mal. Saldrá mal.
Samuel se vio a sí mismo en el callejón en el que había asesinado por primera vez. El hedor a pescado podrido inundó violentamente sus pulmones, obligándole a retroceder.
—Solo deseo que inflijas dolor y que disfrutes haciéndolo. Solo deseo ayudarte a cumplir con tu venganza, que destruyas a tus enemigos, que alimentes la babeante boca de tu deseo más animal —contestó su reflejo—. Y que protejas aquello que amas.
El suelo se volvió más blando. El olor a césped recién cortado lo devolvió a tiempos más sencillos y felices. El público de las gradas coreaba su nombre. En sus manos sostenía un bate magnífico, mejor que el que recordaba.
—No gano nada haciéndote sufrir. Solo me alimento del placer, de los instintos. Quiero que tú, Samuel, seas mi paladín.
Sintió su cuerpo más fuerte y ágil. Volvió a verse a sí mismo, esta vez triunfante, ante un indeseable que seguía de cerca a Alexandra y a Patrick, la pareja que habían conocido en el apartamento de Gudzuhn. Sheridan también se encontraba con ellos y había descubierto a su acosador. Un hombre de ojos saltones, labios gruesos y que apestaba a pescado podrido.
Extiende la mano. ¿Deseas venganza contra esa repugnante criatura que acosa a tus amigos? Con solo pensarlo le harás pasar por todo lo que has sufrido y, si es lo que quieres, puedes regodearte en su muerte.
La cosa que perseguía a Patrick y a Alexandra era irremediablemente parecida al hombre que había matado en Newburyport.
Lo ocurrido en ese pueblo lo había marcado irremediablemente, pero hubo una frase en ese callejón que lo había sacado de quicio. “Si a tu esposa la escogió el Gran Padre, sirvió a su propósito”.
No sabía muy bien qué había querido decir con ello, y lo más probable es que ni siquiera la conociera de nada, a su esposa, pero el mero hecho de que esa cosa hiciera referencia a Constance lo había vuelto como loco en un segundo.
Esa ira lo inundaba ahora de nuevo viendo a este otro hombre de aspecto parecido.
Está bien -pensó Samuel-, vamos a ver si lo prometido cumple con la verdad.
En su cabeza se imaginó a sí mismo andando decidido hacia el desconocido. Ojalá tuviera aquí su magnífico bate de beisbol, listo para rematarle la cabeza, pero a falta de palos, buenos serían sus puños.
¡Vamos allá!
Su reflejo se desvaneció pero la voz seguía ahí. Sus manos acababan de cobrar un mayor color y se sentía más vivo que nunca. Dirigió las llamas de sus ojos de aquel engendro mientras imaginaba que le hacía trizas la cabeza con el bate que tanto echaba de menos, especialmente en una ocasión como aquella.
Dio un par de pasos y observó como su presa se revolvía inquieta y miraba a su alrededor, como si se hubiese percatado de la presencia de Samuel pero no pudiese verle.
Sus ojos se encontraron al fin.
La mirada de la criatura atravesó a Samuel, sabía sin saber que lo tenía delante, pero no tardaron en ponerse en blanco. El exbateador rememoró todo el tormento de los últimos años, todo el dolor y la rabia y los canalizó dentro de la mente de su presa, que balbuceó antes de proferir un aullido que inundó la calle.
Pero allí solo estaban ellos dos, nadie podía molestarles.
Casi instintivamente, Samuel se preparó para batear aunque tuviese las manos desnudas y descargó con todas sus fuerzas un golpe imaginario que tumbó al engendro. El hedor a podrido desapareció al tiempo que el pobre diablo dejaba escapar su último suspiro.
Samuel se sintió más poderoso que nunca.
Poder es lo que quieres, Samuel, y poder es lo que tendrás.
Acabas de aprender el hechizo: Tormento de Strike
El lanzador envenena la mente del objetivo transmitiéndole todo el sufrimiento que ha experimentado. El receptor de este hechizo empezará a enloquecer hasta consumirse, pero tiene derecho a una tirada de Salud para comprobar si sobrevive. En tal caso, lo más probable es que haya perdido la cordura y apenas pueda hacer otra cosa que balbucear.
Requisitos: El lanzador debe mirar a los ojos al objetivo. Solo funciona con seres de inteligencia humana.
Dificultad: Estabilidad 3 (2 gastando 1 punto de Evaluar Sinceridad).
Preparación: Instantáneo.
Coste: 1 punto de Estabilidad.
Strike Johnson respiró hondo mientras veía caer lentamente el cuerpo de ese asqueroso ser.
El cadáver se derrumbó para no moverse más.
Ahora Alexandra y Patrick podrían continuar seguros: había hecho de esta ciudad un mejor sitio para vivir.
Strike sonrió y cerró los ojos para poder palatalear mejor su éxito.
Hace tanto que no hacemos una tirada que ya no me acuerdo de las reglas.
A ver si lo he entendido bien para poder usarlo más adelante: si gasto o sacrifico 1 punto de Evaluar Sinceridad y otro de Estabilidad, podria hacer efectivo el hechizo superando una prueba de dificultad 2 en 1d6. ¿Es así?
Si fuera el caso, ¿podría gastar un segundo punto de Estabilidad para hacer 'automáticamente' el hechizo sin posibilidad de fallar?
Si no me dices lo contrario, luego me resto 1 punto de Estabilidad para pagar el hechizo de ésta escena.
Continuamos en el hilo principal.
FIN DE LA ESCENA
Hace tanto que no hacemos una tirada que ya no me acuerdo de las reglas.
A ver si lo he entendido bien para poder usarlo más adelante: si gasto o sacrifico 1 punto de Evaluar Sinceridad y otro de Estabilidad, podria hacer efectivo el hechizo superando una prueba de dificultad 2 en 1d6. ¿Es así?
Si fuera el caso, ¿podría gastar un segundo punto de Estabilidad para hacer 'automáticamente' el hechizo sin posibilidad de fallar?
Si no me dices lo contrario, luego me resto 1 punto de Estabilidad para pagar el hechizo de ésta escena.
Continuamos en el hilo principal.
Comprensible. Tiendo a tirar por partidas más narrativas, debería exigiros más gastos y tiradas en puntos clave. Aunque de momento me parecía mejor juntaros en un ambiente más "relajado".
si gastases 1 punto de Estabilidad extra, la dificultad se reduciría en 1, así que es correcto: no haría falta hacer una tirada. Es un gasto de 3 puntos (1 en Evaluar Sinceridad y 2 en Estabilidad) para realizar el hechizo con éxito automático. Obviamente, la oferta de la entidad sigue abierta y podrá regalarte más poderes si das rienda suelta a tus ansias de venganza.