Partida Rol por web

Mortimer no podía dejar de pensar en las palabras de Uriah Clemens aquella tarde mientras terminaba de cuadrar el libro del inventario y de las compras. Luego avisó al viejo de que se iba, y salió a la calle.

Había quedado con Fabian Castellon el el Broken Boot Saloon...

Las advertencias del viejo señor Clemens eran muy razonables. Sólo era necesario recordar la noche que pasamos en aquel vapor y que nos terminó por llevar al pueblo. Pero yo no necesitaba que me repitieran las cosas dos veces. Oh, no.

Tras despedirme del viejo fui derecho a mi habitación, cogí mi pequeña pistola y la guardé de modo que me resultase fácil sacarla en caso de apuro. Aunque esperaba no tener que utilizarla las palabras del señor Clemens revoloteaban en mi cabeza.

Cogí también mi pipa, la llene de tabaco y salí en dirección del Broken Boot Saloon en donde había quedado con Fabian. Por el camino fui disfrutando del agradable sabor de la pipa y del fresco de la noche. Un encantador paseo, sí señor.

El Colt New Line era una pistola de calibre .41, y el tacto del metal era frío como el hielo en la mano de Mortimer.

Se quedó unos instantes con el arma en la mano, sintiendo el peso y haciéndose la idea de que tal vez tuviera que usarla. Había ido armado alguna vez, pero en lugares donde se había sentido seguro. Judas Crossing era otra cosa. Un pueblo de la Frontera, donde llegaban cada día hombres en busca de fortuna. O huyendo de su pasado. Un lugar donde los tiroteos eran frecuentes, y donde a veces alguna persona desaparecía sin dejar rastro.

Salió fuera fumando la pipa, pensativo. Aún era pronto para ir al Broken Boot, así que podía aprovechar para dar un agradable paseo.

De repente algo captó su atención. Una voz que le trajo recuerdos...

-Tooomy. Thomas, ten. Lleva esto, dijo Zoe Bordeaux. Su voz era entre estridente e infantil, y su vestido elegante y sombrero de la Costa Este desentonaba en el pueblo. Salía de una tienda cargada de bolsas y con ella iban tres hombres de guardaespaldas.

La joven de diecisiete años parecía ajena a todo mientras caminaba hacia el carruaje que le esperaba.

Zoe Bordeaux era la hija del dueño de la empresa minera más importante de la región. Y había estado en el barco "El Paradiso" junto a aquel hombre corpulento al que le había endosado las bolsas de la compra. Thomas se llamaba. Los otros dos guardaespaldas no los conocía de antes. Llevaban trajes y sombrero negro, y parecían nuevos en el pueblo.

Los recuerdos de Mortimer volvían a los sucesos en el río Missouri. Pierre D'Rue fue atacado en plena noche. Luego desapareció. Poco después, Vivian y Mortimer abandonaron aquel barco.

El agradable paseo que estaba dando se vio interrumpido por los grititos de una muchacha que llamaba a un tal Thomas cargada de paquetes. Rápidamente acudieron a mi memoria los hechos que sucedieron en el barco meses atrás.

Decidí que sería mejor esconderme de manera sutil y observar que hacía aquel tal Thomas. Quién sabe si estaría involucrado en el ataque al señor D’Rue.

Procuré esconderme de tal modo que pudiese ver bien la escena pero que no llamase la atención mi presencia para la gente que había por la calle.

Termino el cigarro en silencio, dejando que la mirada se pierda en las volutas de humo que revolotean caprichosas y luego me dispongo a terminar de vestirme. Me cuesta mucho levantarme temprano por las mañanas. Acostumbrada a la vida del barco, estar en tierra firme me hace añorar el suave balanceo. Y sobre todo no tener que levantarme con las gallinas. Antes, mi única ocupación era el entretenimiento en las mesas de juego. Las camareras y doncellas ya conocían mis costumbres y me dejaban apartado un poco del desayuno. Sonrío. Valiant es buena muchacha, pero dudo que me aceptara si supiera toda la verdad. No obstante, estoy firmemente convencida de que no todos somos lo que aparentamos. Menos aquí, donde podemos hacer borrón y cuenta nueva.

Entretenida en tales pensamientos, las horas de trabajo se pasan en un suspiro. Cuando quiero darme cuenta es hora de prepararme para mi cita con el Sr. Bonhomme. Me arreglo de manera pulcra y recatada antes de dirigirme al punto de encuentro. De momento no he hecho uso del dinero ganado en mi última partida y me niego a hacerlo. Es mi fondo de seguridad... Inevitablemente, mis pensamientos vuelven a Matt, pero terca como soy, me obligo a concentrarme en mi inminente visita. Despliego un semblante sereno en mi rostro y una suave sonrisa al subir los escalones y llamar a la puerta.

La mirada del guardaespaldas "Thomas" recorría la calle principal de Judas Crossing. No había duda de que se trataba de un hombre experimentado y temible, pero también era alguien que conocía su lugar. La joven era la hija del Sr. Bordeaux, y su misión era protegerla. Depositó con cuidado las bolsas dentro del carruaje cerrado, y cuando Zoe Bordeaux se había sentado, subió la puerta lateral que hacía las veces de la escalera. Hizo una señal a los otros dos hombres y los dos se subieron a caballo para seguir al carruaje, uno a cada lado. Estaban bien entrenados, y llevaban armas.

Mientras tanto, Thomas se quedaba observando la multitud. Era como si hubiera visto a alguien que le había llamado la atención...

El carruaje ya había salido del pueblo, pero Thomas se había quedado atrás. Buscaba con la mirada en la dirección donde hacía unos instantes había estado Mortimer, pero éste se había ocultado tras una esquina. El guardaespaldas no terminó el cigarrillo que había liado con cuidado, y lo tiró al suelo. Luego comenzó a andar hacia los establos.

Mortimer no estaba seguro de si este Thomas le había visto, o reconocido. Por un momento pensó que sí. Tampoco tenía claro porque había que temerle, pero había algo en él que le producía escalofríos, y resultaba difícil borrar la imagen de aquel señor de su mente.

Y el Sr. Bordeaux había contratado a nuevos hombres armados. Bien entrenados, y listos para cumplir las órdenes. Al parecer, este Thomas que habían visto en el barco les mandaba.

Mortimer pensó en todo esto mientras caminaba hacia el saloon Broken Boot...

Vivian llevaba puesto un sencillo vestido cuando caminaba hasta la pequeña oficina de Bonhomme Land & Co que se encontraba a la vuelta de la esquina desde el hotel New Orient. Era un edificio de adobe recientemente lucido de blanco con un gran letrero que se podía leer desde la Main Street.

Ella subió los escalones hasta el tablado de madera y se encontró con la puerta cerrada, y en la puerta un cartel hecho a mano:

HE SALIDO, VUELVO PRONTO

Entonces escuchó ruidos a su izquierda. Un hombre mayor estaba terminando de guardar una carretilla y algunas cajas en su tienda, y luego cerró la puerta con un fuerte golpe. Se fijó en Vivian y pareció reconocerla.

-Ah, hola. Vivian… ¿no?, preguntó el viejo y se acercó a paso rápido. –Si estás buscando al Sr. Bonhomme, va a tardar creo. El cartel lleva allí toda la tarde. Como de costumbre, va y viene. Es que desde que no tiene ayudante no da abasto. Reuniones en el banco, mostrar almacenes o propiedades, evaluarlas. Demasiado para una persona, por muy capaz que sea el señor Bonhomme, ¿sabe?

Sonrió mostrando los dientes que aún le quedaban. –Ay, mis modales. Soy Clemens, Uriah Clemens. Tengo la tienda de carbón aquí al lado.