Partida Rol por web

-A la orden, dijo Stich y se llevó la mano a la frente al estilo del ejército. Luego sonrió esperando no haberse propasado. –Digo, voy a dar una vuelta. Se me ocurre alguna cosa que podría interesar a los que tienen … para gastar.

Sobre Jeb y Nathan, dijo que seguían en los burdeles. –Si quieres me paso por algunos a ver necesitan ayuda

Fabian y Mortimer se dirigían a hablar con el Señor Ortega. Tenían que pedirle unos caballos para este encargo que les podía abrir de par en par las puertas del éxito en Judas Crossing para su incipiente negocio. Necesitaban jugar con tino sus cartas.

Mientras tanto, Gerardo iba a hablar con Montoya en la cantina Casa Lobo. A través de "Odioso" Montoya confiaba en conseguir algunas armas de mayor calibre y alcance por si las cosas se complicaban en el viaje con el carruaje. Un par de rifles, o tal vez una escopeta...

Stanton salió a cumplir con la tarea que le había sido asignada y Zack se quedó solo en la tienda. Repasó algunos libres de inventario y notas de los preparativos de la fiesta de la inauguración, pero su cabeza estaba en el problema de los suministros. Era primordial conseguir hacer la inauguración en el plazo previsto. Todo el trabajo de publicidad y la fama que se había labrado podía venirse abajo como un castillo de naipes si no lograban cumplir con las fechas. Sin hablar de las letras de la hipoteca concedida por el First Bank of the West, y del alquiler que pronto iba a esperar recibir Cashpaw. Podía convertirse en un problema de los gordos.

La solución de los establos de Fabian y de Mortimer había surgido de la nada en el momento exacto.

Entonces unos pasos llamaron su atención. Era Nathan...

Fabian, compadre, no me digas que no tienes un revólver... De Morty me lo esperaba, pero de ti... -dijo Gerardo sacudiendo la cabeza en desaprobación.

Hablaré con Montoya para que nos consiga un par de fusiles.

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Ya en la cantina, Gerardo invitó a Montoya a unos tragos de tequila, pues tenía la garganta seca y sabía que Odioso no los iba a rechazar, y además lo dejaría más "abierto" a la negociación.

Montoya, compadre, voy a necesitar un favorsito -dijo Gerardo sirviendo la segunda ronda.

Tenemos un asunto entre manos para dar a conocer el nuevo establo, que como ya sabrás es un negocio del Padre. La cuestión es que voy a necesitar un par de rifles para que ese "asunto" salga bien, ¿me entiendes? Es por seguridad. Y si sale bien, créeme, no sólo daremos a conocer el establo, también estaremos chingando al viejo Yeates, jajajaja.

Dime que podrás conseguírmelos, hermano, estoy seguro de que los Lobos Negros tenéis algún rifle por ahí cogiendo polvo... -alegó Gerardo entre chupito y chupito.

-¿Rifles compadre?, preguntó Montoya y se tomó el chupito. -Sí, te puedo conseguir un par. Soy el jodido Montoya, claro que te puedo conseguir fusiles.

No era habitual ver armas de calibre en Judas Crossing. No estaban prohibidas oficialmente, pero llamaban mucho la atención dentro del pueblo y las facciones querían mantener las cosas como estaban, al menos de momento. Pero había alijos de armas para lo que pudiera pasar.

-Si es para putear al cabrón de Yeates, mucho mejor, añadió con una sonrisa. Luego se levantó y pidió que Gerardo le acompañara hasta un almacén de los Lobos. La puerta estaba cerrada, pero Montoya sacó una llave que llevaba colgada al cuello. Dentro había algunas cajas de suministros, y con un hierro abrió una en concreto.

-Carabina Spencer, le dijo mientras sacó con cuidado el rifle automático. -Siete disparos, se carga por el culo. No por el lateral, por aquí detrás. Toma, aquí tienes el palo para cargar. Y la munición. Los cabrones de la Unión ganaron la Guerra con este trasto, no son los mejores rifles pero es lo que te puedo prestar.

Mortimer logró convencer al señor Ortega de las ventajas de apoyar aquella excursión, y el Padre les prestó tres caballos buenos. Dos para tirar del carro y uno de repuesto o para labores de escolta.