Toma nota; y lo mismo que las digo,
lleva así mis palabras a quien vive
el vivir que es carrera hacia la muerte.
Y ten cuidado, cuando lo relates,
y no olvides que has visto cómo el árbol
ha sido despojado por dos veces.
El Purgatorio, Canto XXXII - Línea 52
Isaac se acerco a sus compañeros mientras se dirigían de vuelta a Judas.
- Lo hemos hecho bien, hemos logrado que los malvado paguen por sus crímenes - dijo dirigiéndose a Nathan - y pensar que todo comenzó en una dirigencia camino de Lázarus, quién nos iba a decir que terminaríamos juntos arriesgando la vida en un tiroteo. Deberías presentarte a la alcadía conmigo como sheriff, no podría haber tener un mejor compañero. A excepción del Jeb, claro.
Se giró sonriendo hacia su socio. Se había disculpado veinte veces por el puñetazo que intentó darle cuando se encontraron de nuevo en Judas, y habría muchas mas.
- Realmente Jeb, lamento haber intentado golpearte aquel día junto al banco, estaba muy alterado por el atraco al banco y no sabía lo que hacía. Pero has sido un amigo leal y juicioso hasta el final, la tienda no podría estar en mejores manos.
Entonces comenzaron a entrar en Judas e Isaac cabalgó frente a la comitiva mientras entraban en el pueblo, tenía que hacer su entrada triunfal, los votos eran lo primero....
- Gentes de Judas, hemos traído la justicia a esta gran ciudad. A partir de ahora no será conocida como un lugar donde lo delincuentes y las personas con poder pueden hacer lo que quieran, si no como la ciudad donde se cumplen las leyes y todo el mundo tiene una oportunidad justa. Juntos vamos a hacer Judas aún mas grande y segura.
Como bien decía el refrán después de la tormenta venía la calma y así fue para Nathan después de todo aquel asunto de Ridgeway en la mina. Los asesinos de su amigo Matt o estaban muertos o se enfrentarían a la justicia, al menos eso pensaba él y a partir de ese momento no había mucho más que pudiera hacer. Era tiempo de dejar eso atrás, ahora los muertos descansarían y los vivos tendrían que seguir con su vida y disfrutarla en la medida de lo posible pues si algo había aprendido es que la calma no duraba para siempre y seguramente tendrían que enfrentar alguna que otra tormenta en el futuro. Y precisamente su futuro era lo que debía plantearse ahora, aunque primero quería hacer una última cosa por su amigo.
-Estaré fuera unos días. Me voy hasta Lazarus a visitar la tumba de mi amigo Matthew. La señorita McNealy me acompañará. -Le había comentado su intención de ir a ver a Matt y agradeció que ella quisiera ir también, parecía que Matt no se había equivocado con ella.- A mi regreso os comunicaré mi decisión.
Isaac le había propuesto el puesto de Sheriff junto a su candidatura de alcalde y aún no le había dado respuesta, ni siquiera sabía si seguiría en Judas Crossing después de terminar con aquel asunto, al fin y al cabo lo único que le había llevado hasta allí era el asesinato de su amigo.
Por fortuna fue un viaje más tranquilo que el anterior y no hubo ningún tiroteo ni ataque fortuito, quizás la desaparición de Ridgeway y sus hombres dejaran algo de tranquilidad en la zona. Con su mejor traje e impoluto como siempre le gustaba ir Nathan se quitó el sombrero frente a la tumba de su gran amigo y se cuadró frente al que había sido su superior en la guerra.
-Espero que estés donde estés puedas descansar tranquilo, amigo. Se que te hubiera gustado saber que esos desgraciados han pagado por lo que hicieron y ya no volverán a hacer daño a nadie. Mientras alguno de nosotros siga en pie toda la Brigada Stonewall seguirá recordándote. Fuiste un hombre honrado, valiente y el mejor amigo que uno puede desear. Va por ti Matt. -Tragó saliva. Tenía un nudo en la garganta pero hizo un esfuerzo para gritar la seña que los había dado a conocer.- ¡¡¡¡¡¡¡¡YEEEEEEAAAAAAAAAAAHHHH!!!!!!!!!!
Nadie lo gritaría como Matt pero esperaba que lo escuchara donde estuviera y le hiciera sonreír. Él también sonrió brevemente antes de retirarse y dejar a Vivian despedirse a solas de él. De regreso se aseguró de ofrecer toda la ayuda posible a la mujer.
-Señorita McNealy, se que no tiene intención de quedarse en Judas y lo comprendo, pero antes de marchar me gustaría ayudarla en todo lo que necesite. Creo que no debe preocuparse por su futuro gracias a esa concesión minera, pero como ha comprobado hay poca gente de la que pueda fiarse. La ayudaré a ponerse en contacto con la Señorita D'Vialdi, es honrada y estoy seguro que sabrá asesorarla. También puede contar con el Señor Rubenstein y el Señor Broud, dos hombres decentes y buenos amigos que sabrán aconsejarla bien.
No sabía si la mujer querría vender la concesión o explotarla de alguna manera, pero en cualquier caso la ayudaría en la decisión que considerase más adecuada, seguro que después de hablar con sus amigos podría tomar el camino más adecuado para ella.
El impacto combinado de su proyectil y el de Nathan pusieron fin a la amenaza de aquel perro acorralado. Cuando saben que es el final es cuando se vuelven más peligrosos, y no hubiera querido que alguno de los presentes cayera pasto de un disparo afortunado de aquella alimaña, el Crossing los necesitaría, si es que decidían quedarse allí después de todo esto.
Por su parte, Morgan lo tenía todo preparado para volver a la agencia. El caso estaba cerrado y había cobrado justa venganza para la familia del perito, y si no lo hacía el plomo lo haría la horca, pero probablemente no llegara con vida hasta el pueblo.
Aprovechó el revuelo montado a la vuelta a Judas Crossing con la captura de Ridgeway para hablar con Orpheus, si bien no había sido excesivamente discreto en su papel, quería recoger en la medida de lo posible las pertenencias de Robert Hayward III, cuyo caso le había conducido a aquel incipiente asentamiento, Anthony le había parecido una persona noble, fiel y con un gran sentido del honor, estaba seguro de que podría ayudarle a reunir las últimas posesiones o voluntades de un difunto con su familia de origen.
Tras atar los cabos sueltos, se dirigió a Rubenstein & Broud, se iría del mismo modo que llegó, de la nada. La experiencia le había enseñado a no forjar lazos en el lugar de trabajo pero, sin duda, aquella cuadrilla se había ganado los respetos de Morgan se merecían un detalle al menos.
Deslizó una tarjeta de la agencia por debajo de la puerta, con un mensaje al dorso:
“Judas está a buen recaudo con gente de tan alta catadura moral, os deseo la mejor de las suertes pero, sólo por si se vuelven a torcer las cosas…tendré mi ojo puesto en vosotros.
Con cariño, M.”
«Judas Cashpaw»
Cuando el viejo zorro llegó al Crossing, se decía que la ciudad debía su nombre al mismísimo Judas Iscariote, quien habia negado un trago de agua a un moribundo en aquel cruce de caminos condenándolo a una muerte segura.
El viejo Cashpaw se había reído a carcajadas cuando escuchó la historia de boca de los primeros colonos, casi podía ver su henchido orgullo hablando por ellos de una historia impostada, que sin embargo, habían hecho propia en tan poco tiempo...
- "Menudo patán ese Judas..." - Había dicho
-¡Estúpidos!, ¡patanes! - pensaba realmente.
En realidad aquella historia no hacía más que poner en evidencia la ignorancia y el analfabetismo imperante en el Viejo Oeste, así como las verdades inapelables que seguían rigiendo el mundo desde años inmemoriales: La falta de ley en las fronteras del nuevo mundo y el poder inquebrantable de la fe.
Todo aquello le había puesto en la pista sobre la verdadera mina de oro que se hallaba oculta bajo las afiladas montañas que adornaban aquellas tierras áridas y crueles.
Allí fue que se convenció. Transformaría la ignorancia e inocencia ajenas en su fuente de ingresos habitual.
"Un hombre malo, tal vez. Un estúpido sin, duda."
El irlandés tenia una visión mucho mas practica de las cosas. Hubiera cogido aquel hombre y le hubiera dado agua, le habría salvado la vida para exprimir hasta la ultima gota de sudor de su cuerpo marchito. Un hombre muerto no servia se nada... nada se podía sacar de él. El único hombre muerto bueno, era aquel que se interponía entre él y sus ambiciones.
Podría decirse incluso, que Ennis Cashpaw no era un hombre malo, y le gustaban los finales felices tanto como a cualquiera, y hacer el bien siempre y cuando aquello no interfiriera en sus intereses particulares, claro estaba.Aquella dualidad era parte de su encanto y la razón por la que era tan temido como reverenciado entre la comunidad de rodamundos, prospectores, putas y demás especuladores que conformaba el ecosistema del Crossing.
Para comprender la relación de Cashpaw con Judas, era necesario también entender su relación con D'Vialdi y la facción de los nobles y acaudalados.
Como nuevo rico, una intensa batalla se libraba permanentemente en su interior: Por una parte odiaba a los nobles, ricos y políticos con todas sus fuerzas...huérfano desde que era un niño la experiencia y el infortunio le habían enseñado a despreciarlos como la mas baja expresión del ser humano. Todo lo que quería se perdió demasiado pronto, víctima de la pobreza y la miseria. Y sin embargo en muchos aspectos habia medrado hasta convertirse en en uno de ellos....pero no eran el lujo ni los privilegios lo que Ennis buscaba, sino el poder. Poder para hacer su voluntad e imponer una vision del mundo a todo lo que su mano pudiese alcanzar.
Sabia que los títulos, el dinero y el reconocimiento social eran la llave al poder, y no dudaría en usarlos cono herramientas para si propio benéfico.
Se negaba, no obstante, voluntariamente, muchos de los privilegios que estaban en su mano solo para mantenerse alerta. Para no olvidar sus raíces, aquello que lo había aupado hasta donde estaba.
"La pobreza aviva los ingenios, y las leyes hacen a los hombres buenos."
Aquel refrán popular se había quedado grabado a fuego desde sus primeros años en el niño que una vez fue. Una personalidad templada a base de palizas y peleas en los suburbios irlandeses por un pedazo de pan.
Ennis creía firmemente que los privilegios aborregaban los sentidos y te hacían mas débil.
Pronto aprendió a hacerse respetar por medio de la fuerza...y mas tarde, que la fuerza no era mas que la mínima expresión del verdadero poder.
En Judas Crossing, no tardó en forjar una red de contactos que sostenían una arquitectura casi perfecta. Con su figura alejada del centro de atención, pero con ramificaciones en nudos descentralizados que alcanzaban todos los estratos sociales.
Incluso los mas poderosos entre la facción de los aristócratas rehusaban meterse en sus asuntos..pues temían su potente red de información y en la calle no había borracho o prospector que no supiese quien mandaba realmente en el Crossing. Y tan lejos de la capital y de los centros del nuevo poder confederado que se gestaba en tierras más amables, el valor del dinero o los títulos se difuminaba en una confusa neblina, donde el verdadero sentido del poder podía adoptar extrañas formas y las alianzas mas bizarras eran siempre posibles. En la calle mandaba Ennis.
Y desde aquel día, sus tentáculos se multiplicarían todavía más, extendiéndose a los núcleos de poder mas importantes de la ciudad; el ferrocarril, la mina, los telégrafos, correos, transportes, hostelería...ocio y demás negocios turbios. En todos tenia parte y en ninguno figuraba como mandamás salvo en su propio centro de mandos, el Saloon Peacock. Siempre interponiendo personas de su "confianza", títeres a los que de un modo u otro mantenía a su servicio en una mezcla de lealtad y obediencia debidas, o como el solía decir:
-"En el fondo me quieren, pero sobre todo me necesitan...¿Sabes por que? Porque los tengo bien agarrados por lo huevos" -
Ya fuera por conocimiento de sus más íntimos secretos, o a través de "favores" envenenados que los pobres incautos que accedían a recibir terminaban pagando durante toda su vida, a veces con la propia existencia.
La nueva Judas se cimentaría en la anexión de Colorado y la llegada del Ferrocarril. Tras los recientes incidentes Ennis se había asegurado dirigir aquella reconstrucción a través de sus activos...siempre desde la sombra. Con un Bourdeaux desahuciado y Yates claramente desgastado por su relación con el terrateniente de ascendencia francesa, solo la señora D'Vialdi había logrado auparse con una cuota de poder similar a la suya.
Un nuevo sheriff seria nombrado, siempre bajo su atenta mirada. Rubenstein, Jebediah, Ollerton y otros jóvenes recién llegados a la ciudad habían ganado una importante porción de popularidad. Pero Cashpaw ya había anticipado muchos de aquellos movimientos hacia tiempo. Todos ellos le debían algo. Y de todos conocía alguna debilidad. Las mujeres en el caso del judío, los valores, la afiliación política...o sencillamente la bondad. El viejo zorro aprovechaba todo, hasta las espinas.
Twitchy había vuelto, pero no se sabía por cuanto tiempo. Puede que pronto necesitaría un nuevo pistolero que ocupase su lugar, también estaba el asunto del sheriff y entre los nuevos parecía haber algunos candidatos.
Igual que en el póker, en la vida nadie podía anticipar que mano les depararía el futuro...pero una cosa estaba segura. Fuera cual fuese, el huraño irlandés siempre tendría buenas cartas.... y algún as bajo la manga.
El viaje le había servido para pensar sobre su futuro y al menos ya había decidido algo: se quedaría en Judas Crossing. Ahora había otras cuestiones que debía zanjar, como a qué se iba a dedicar a partir de ahora. Tenía varias posibilidades como seguir en la tienda de carpintería de Morty y el negocio del transporte en carros y por supuesto la propuesta de Zack. A su regreso al pueblo se reunió con sus amigos para hablar de ello.
-Señor Rubenstein, Señor Broud. -Saludó al entrar en la tienda mientras sostenía un paquete grande que dejó sobre el mostrador.- Aquí les traigo el pedido de Lazarus. -Habían aprovechado el viaje para proveerse de algunas cosas que eran difíciles de encontrar en Judas.- ¿Como ha ido todo por aquí? Espero que tranquilo. -Sonrió mientras se sacudía las manos y se quitaba alguna pelusa de su traje, no le gustaba ir sucio. Tampoco alargar las cosas.- Pensé sobre su propuesta de cubrir la plaza de Sheriff si le eligen alcalde Señor Rubenstein. Aceptaré la oferta. -Dijo mientras le tendía la mano para oficializar el pacto entre caballeros.
Nathan siempre había querido vivir tranquilo después de la guerra y no volver a tener que disparar un arma pero se había dado cuenta que era algo casi imposible para alguien como él. Y había muchos inocentes que debían ser protegidos de tipos sin escrúpulos como Ridgeway. Y había muchos Ridgeway sueltos, por desgracia siempre habría. Quizás él podía pararles los pies para que la gente de Judas Crossing viviera tranquila. Quizás no fuera mala vida del todo
Vivian McNealy había tomado una decisión. Su tiempo en Judas Crossing había acabado. Se había despedido de Matt, y de su vida anterior. La concesión minera era la gran oportunidad de una vida nueva. La había ganado en una partida de póker, pero esa concesión, la «3CL», había sido la causa de demasiadas muertes y de demasiado sufrimiento. Ella no quería formar parte del nuevo comienzo de Judas Crossing.
La decisión estaba tomada. La maldita concesión se había ganado en una mesa de póker. Era una promesa de cielo que les había arrastrado al infierno. Judas Crossing era lo que el reverendo llamaba «El Purgatorio». El reino entre el cielo y el infierno.
El futuro equilibrio de poder se iba a decidir con unas manos de cartas, bajo la atenta mirada de los dioses paganos. La partida se iba a jugar en el Saloon Peacock. Y en la mesa sentarían los jefes de las facciones y otros poderosos. Bordeaux no iba a estar, ya que el remilgado francés había puesto tierra de por medio hacía ya semanas. Su mina se había agotado, y ahora ya no le quedaba nada que exprimir en el Crossing.
Vivian no iba a quedarse para ver el desenlace de aquello. La Frontera Desmenuzada le aguardaba...
Era una tarde de verano. Jeb estaba en la primera planta de Rubenstein & Broud, dándole los últimos toques al traje que esperaba, vestiría Zack en su toma de posesión como alcalde y que mantenía en secreto como una sorpresa a la espera de que llegase el momento, que sin duda llegaría.
Por la ventana veía pasar toda aquella suerte de carromatos y gente que pasaban por la avenida principal del Crossing. Cada una de ellas podría representar un sueño o una amenaza, así era aquel lugar, impredecible. Pero después de lo que había pasado, no se imaginaba en ningún otro sitio. Decididamente, había encontrado donde echar raíces.
Sobre la mesa había un ramo de flores con una dedicatoria escrita con letra pulcra y firme en un sobre sellado con lacre.
Iba dirigido como no, a "Blossom" Shikibu. Cada semana le mandaba una. Nunca había recibido una respuesta, pero no se daba por vencido. Probablemente se riese de él. Él mismo no dejaba de hacerlo. Pero era todo cuanto se había atrevido a hacer hasta la fecha.
Se desperezó y estiró los brazos hasta que sus articulaciones crujieron. La jornada llegaba a su fin. Retiró el traje y lo metió en su maniquí tras un biombo que había al final de la tienda, tras varias cajas en "su esquina". Allí donde sabía que Zack no iría a mirar.
Cerró la tienda con llave y salió hacia la de Clemens, ahora cerrada. Aquel viejo diablo no sobrevivió a la paliza que le habían dado los hombres de Ridgeway, pero Jeb tenía un plan para reabrir la tienda. Nunca dejó de admirar la entereza con la que aquel hombre había aceptado cada revés de la vida. Luego, a ver si se pasaba por donde Gerardo a ver qué se contaba. Quizá una partida de naipes. Podrían avisar a Nathan también.
En la puerta del saloon de Cashpaw, Twitch vigilaba apoyado en la baranda, lo saludó echándose dos manos al sombrero. Había aprendido a apreciar aquel rufián. Y respecto a Cashpaw, no es que fuera una buena persona, pero era pragmático y cumplía su función en el pueblo.
Las cosas se habían calmado después de todo lo provocado por Bordeaux y por Ridgeway. Cada uno seguía a lo suyo como si nada hubiese sucedido. No sería por mucho tiempo. Nada duraba mucho tiempo en el Crossing.
Si tuviese lector, más largo espacio
para escribir, en parte cantaría
de aquel dulce beber que nunca sacia;
mas como están completos ya los pliegos
que al cántico segundo destinaba,
no me deja seguir del arte el freno.
De aquel agua santísima volví
transformado como una planta nueva
con un nuevo follaje renovada,
puro y dispuesto a alzarme a las estrellas.
El Purgatorio, Canto XXXIII - Líneas 136-144 (FIN)