Partida Rol por web

Al día siguiente Zack estuvo toda la mañana preparando cosas en la tienda y cavilando sobre si el Sr. Cashpaw llegaría a reunirse con la Srta. D'Vialdi en su tienda. Esperaba que fuese así pues ello habría que su prestigio a ojos de ambos creciese.

A mediodía se acercó en busca de la Srta. Farrow para invitarla a comer, y se encontró con que alguien le había contando que lo habían visto por la zona de los burdeles y estaba de un humor de perros. Por mucho que intentó explicárselo no consiguió apaciguarla, y al final tuvo que irse a comer el sólo. Debía atrapar como fuese al mirón para demostrarle que sus visitas al burdel eran por una causa noble.

Siguió el mismo plan de la otra noche y se colocó a la sombra de un edificio, pero esta vez buscó uno desde el que se viese el callejón que había mencionado la prostituta de la otra noche.

Aquella noche pasós incidencias en el Alabaster Moon, lo que resultó bastante frustrante para Zack. Además, Judas Crossing era un pueblo donde los cotilleos y los chismes eran demasiado habituales. La señorita Farrow había comentado a alguna de sus amigas los motivos de la ruptura de su relación con el que hasta hacía poco había sido el soltero de moda de Judas Crossing.

A Zack no le quedaba otra que seguir intentándolo, y procurar pasar desapercibido a medida de lo posible. Sobre medianoche, desde su escondite, vio cómo un grupo de ilustres ciudadanos del Crossing caminaban por la calle principal. Reconoció al instante a H.R. Yeates, el líder de una de las facciones. Junto a él iba el juez Hannibal Timmons, y otros tres hombres. Se escuchaban risas y bromas, y finalmente se despedían a escasos pasos de Zack que seguía oculto entre las sombras de los edificios.
 

El humor de Isaac empeoraba conforme pasaba la mañana. La Srta. Farrow seguía sin querer hablar con él.

Además no había mucho más que hacer en la tienda hasta que llegasen su socio con la mercancía, por lo que decidió salir a dar una vuelta por el pueblo a ver si se enteraba de algo. Pasó por el saloon de Cashpaw a ver si se lo encontraba pero o estaba ocupado o no quiso bajar a charlar un rato.

A la caida de la noche, su normalmente agradable carácter se había convertido en una olla de furia a presión a punto de estallar. Cuando pillase al mirón se podía ir preparando por que pensaba descargar toda su rabia con él.

Desde la posición de la última noche se preparó para hacer guardia. De vez en cuando dirigía una mirada hacia la ventana de la prostituta planteándose si tal y como estaba la situación, no sería mejor esperar al mirón desde la comodidad de una cama caliente.

La espera se le hizo larga a Zack, y se quedó pensando en aquel grupo de hombres liderado por H.R.Yeates. Los había visto antes juntos, en algún sitio. Más jóvenes, posando...

¡En la oficina de Judas Gazetteer! El señor Pembleton tenía una foto enmarcada en la pared.

Zack siempre procuraba estar al día con los cotilleos locales, y con la historia de Judas Crossing. Nunca se sabía cuándo alguna información aparentemente inocente podía ser clave. Aquella foto era para recordar la captura de dos delincuentes peligrosos. Lehman y Russell, o algo por el estilo. Y los responsables eran una cuadrilla formada por Hannibal Timmons, Clanton, H.R. Yeates y el joven Kermit Livingstone, además de unos cuantos más. 

Y era precisamente Kermit Livingstone quien se había despedido del resto de los miembros destacados de la Cuadrilla de Yeates y quien había entrado en secreto en el Alabaster Moon. Solamente Zack desde su escondite le había visto entrar. Teniendo en cuenta la elevada moralidad de la facción, era lógico el secretismo. No obstante, había algo más. Un rumor que le había llegado a Zack de diversos sitios hasta considerarlo casi un hecho. Se decía que Livingstone era el amante secreto de Caprice D´Vialdi. No era el único hombre del que se rumoreaba eso, al parecer la directora del banco se dejaba cortejar por algunos de vez en cuando. Pero la relación con Livingstone podía ir más en serio, y ahora Zack se había enterado de que visitaba un burdel.

Zack consideraba subir por las escaleras de incendio al balcón de la segunda planta para ver el interior de la habitación donde se acababa de encender la luz. Era sin duda Livingstone quien había subido. ¿Pero eso no le convertiría a Zack en el mirón al que estaba intentando capturar?

Isaac no terminaba de dar crédito a los rumores de la Srta. D'Vialdi tenía un lío con el Sr. Livingstone, pero la oportunidad de poder pillarle infraganti y poder echar por tierra la reputación del supuesto amante, hizo que no se plantease la posibilidad de que él mismo fuese acusado de ser el mirón. 

Asegurándose de que no había nadie por la calle cruzo hasta el callejón y subió lentamente los escalones de las escaleras de incendios. A pesar intentar ser todo lo sigiloso posible no podía evitar que las viejas escaleras emitiesen crujidos y ruidos a cada paso. Por suerte los ruidos del burdel contribuyeron a que sus pasos pasasen desapercibidos.

Una vez junto a la ventana de la habitación se asomó con precaución para asegurarse de que era el Sr. Livingstone quién había subido con la prostituta, e intentó afinar el oído para escuchar lo que pudieran decir.

Desde su escondite, Zack se asomaba a la ventana. Por la apertura de la cortina pudo ver una cama de sábanas rosas donde estaba sentado Kermit Livingstone mirando hacia la pared de la derecha, donde colgaba un espejo. A sus pies, arrodillada, había una de las chicas del Alabaster Moon, con la cabeza entre las piernas del señor Livingstone.

De vez en cuando los labios de él se movían, pero Zack no podía oír lo que decía. Entonces escuchó un sonido de algo golpeando contra un metal desde arriba. Desde el tejado. Miró hacia arriba pero no vio a nadie. Y entonces escuchó pasos de alguien avanzando a toda prisa para alejarse del lugar.

No parecía que el Sr. Livingstone fuese el asesino de prostitutas, mas bien era un reprimido que tenía que recurrir a prostitutas para dar rienda suelta a sus bajas pasiones. Y ahora dudaba que realmente hubiese algo entre él y la Srta. Caprice.

Cuando oyó el sonido del tejado la adrenalina comenzó a recorrer su cuerpo, al fin algo de acción. Debía capturar al mirón a toda costa o todo el sacrificio de estos días habría sido en vano.

Desde su posición intentó subir hasta el tejado para poder ver a la persona que había hecho el ruido.

Con un movimiento ágil, Zack se subió hasta el tejado del búrdel. Una vez arriba, se puso de pie y vio a un sujeto alejándose con cuidado para no caerse. Al parecer, le había visto u oído y ahora trataba de avanzar más rápido. Pero el tejado se terminaba, y en vez de parar comenzar a correr para intentar saltar de un edificio a otro. Parecía un salto bastante complicado de realizar...

A pesar de la oscuridad, Isaac intentó aguzo la vista intentando identificar quien era el fugitivo.  

Esperaba que intentase bajar por el otro lado del edificio, pero al ver que se dirigía directamente al borde del edificio con intención de saltar no pudo evitar preguntarse quien de todo Judas Crossing estaría lo suficientemente loco como para intentar algo así.

El no estaba dispuesto a seguirle, asi que decidió sacar su arma y hacer un disparo de advertencia al aire.

- Si das un paso más, me aseguraré de que si el salto no te mata, mi siguiente bala lo haga.

En el silencio de la noche su voz sonó con tanta fuerza como el disparo anterior.

El disparo sonó en la noche, y le hizo frenar a aquel hombre. Lentamente, se dio la vuelta con brazos en alto. -N-no me dispare, dijo miedoso. -Me llamo Donovan..., añadió sin saber muy bien por qué.

Donovan Sparks había llegado a Judas Crossing desde Minnesota hacía ya uno cuantos años. Un hombre delgado, con algunas pecas en la cara y malos dientes que parecía tímido, pero que en ocasiones le había visto Zack hablando animadamente en grupo sobre temas filosóficos. Ahora parecía abatido, pues le habían pillado.

-Solo quería mirar..., dijo apenas en susurro.

Isaac observo al tipo sin dejar de apuntarle con su arma. No parecía el tipo de persona capaz de asesinar a nadie, ni siquiera a una prostituta. De todas formas parecía que había dado con el mirón. Mientras se dirigían hacia una de las escaleras por donde bajar del tejado decidió presionarlo un poco:

- No sabes en que lío te has metido, desgraciado. Una cosa es mirar y otra asesinar a prostitutas. Hasta es posible que te cuelguen por ello - dejó que Donovan asimilase lo que acababa de decir, igual había llegado a ver algo y la amenaza de cargar con la culpa hacía que soltase la lengua.

Según bajaba del edificio comenzó a preguntarse que haría con el mirón. Esperaba que el sherrif se encontrase en su oficina, con suerte estaría durmiendo y podría disfrutar despertandole y pasándole el marrón.

Zack descendió desde el tejado junto a Donovan Sparks, que estaba abatido y preocupado por las últimas palabras de su captor. No había respondido nada al escuchar la mención de las prostitutas asesinas, pero sin duda las palabras acerca de su posible ahorcamiento le habían afectado.

Fue necesario localizar al sheriff, y hacer entrega del prisionero. Esta vez no hubo mucha presencia de lugareños, ni tampoco se esperaba grandes titulares por la hazaña. Al fin y al cabo, se trataba tan solo de prostitutas. No obstante, las “palomas heridas” de Alabaster Moon se mostraban muy agradecidas cuando se enteraron, y Zack estaba confiado en poder tratar con ellas en privado para sacar la valiosa información sobre los asistentes a la fiesta a bordo del barco El Paradiso. Y así completar el cometido que les había encargado Caprice D’Vialdi…

De momento, lo que más deseaba el señor Rubenstein era dormir de nuevo una noche entera en su cama.