Partida Rol por web

Orpheus no dudó en sentarse mientras escuchaba la respuesta del joven cazador que tenía delante. Eso sí, aunque fuese inconscientemente, se sentó entre él y el rifle.

El pistolero vio como su exótica acompañante le miraba de reojo, instando a que este empezase a preguntar.

-Bien...¿donde encontraron exactamente el cuerpo? ¿Habían signos de violencia alrededor, muestras de que el cuerpo fuese arrastrado, disparos... así como algún objeto más que portase el cuerpo aparte de la ropa? No sé si se quedaron algo que llevase... no les vamos a juzgar por ello, pero me gustaría saber todo lo que llevaba.

-No muy lejos del río Delores Superior, contestó Hank a la pregunta de dónde fue hallado el cadáver. -Los coyotes se habían dado un pequeño festín, tenía los pantalones hechos jirones.

Frunció el ceño cuando le preguntaron por los objetos. Finalmente se encogió de hombros. -Una cartera, algo de dinero. Estaba tirado junto al cuerpo. También había un trozo de alambre, doblado hasta formar un aro en cada punta. No sé para qué lo usaría, porque no llevaba otras herramientas ni utensilios, ni libros ni lápices ni papeles.

-Mmmm... así que no le mataron para robarle...

Dijo en voz baja, casi para si mismo. Era curioso que no llevase nada más encima.

-¿Un alambre dice? ¿De que tamaño? ¿Y dónde acabó ese alambre?

Orpheus era de pensamientos simples, no muy complicados, por eso le costaba imaginarse a que se refería exactamente con eso de un alambre doblado para formar un arco en cada punta.

Blossom escuchó en silencio las explicaciones del cazador. Se preguntó cuánta distancia había desde el sitio en que éste había encontrado el cadáver hasta una calzada principal o camino. ¿Cómo llegó el hombre allí? ¿No había ningún caballo alrededor? ¿Huellas, rastros de acompañantes? Se preguntaba todo eso mientras miraba fijamente al cazador, sopesando sus respuestas. 

Entornó los ojos cuando le explicó que no había encontrado nada más, como esperando que él intuyese las preguntas que rondaban por su cabeza. 

-El alambre medía como de dos pies, sin contar los giros de las puntas. Parecían del tamaño de unas manos, como para usarlo para algo. Había llovido y el alambre estaba allí tirado, no presté mucha atención la verdad y lo dejé allí. Huellas tampoco vi.

Adividando las preguntas más obvias, añadió: -El pobre tenía un pequeño campamento a unas millas río abajo del lugar donde encontré el cuerpo. Una tienda, una mula... Pero todo eso desapareció pronto. Tal vez los indios, o los buscadores de oro. Nunca lo sabremos.

Intentó recordar alguna cosa más. -Estaba en mal estado, pero recuerdo que tenía un golpe en la cabeza, en la sien. Tal vez un tropiezo. Había muchas rocas alrededor. Lo único... Hmm, era un poco raro, porque lo encontré boca arriba y el golpe lo tenía delante. Cuando subí el cuerpo al caballo para trasladarlo no vi nada en su nuca. Tampoco miré mucho aquel fiambre, simplemente lo bajé al pueblo lo más rápido posible.

El cazador “Hank” Harris no tenía más información que darles, así que se levantó y se despidió amablemente de los dos deseándoles suerte en su investigación.

Orpheus y de Blossom se dirigieron al First Bank of the West a informar a Caprice D’Vialdi de sus hallazgos, que más que descubrimientos eran ahora nuevas pistas.