Y como aquel que alegre se hace rico
Y llega luego un tiempo en que se arruina
Y en todo pensamiento sufrió y lloró
Canto I – V55
El ruido del silbato de vapor anunciaba la salida del tren de la estación de Wayohi. Zack se acomodó en el asiento de segunda clase, en el quinto vagón. Conocía este tren, así como la ruta que iba a seguir. Recordaba la duración exacta de cada una de las paradas para echar agua, la distribución de los vagones, el sistema de señales… Habían pasado ya unos años, pero lo que había vivido en el tren Sequoyah Star aquel día no lo había olvidado. Ni iba a hacerlo nunca.
Resultaba paradójico que ahora que dejaba atrás su vida posterior al asalto al tren, precisamente ahora, el destino le había traído de vuelta precisamente al mismo Sequoyah Star. El asalto y el rescate del Coronel Ferris, el Chacal Gris, había marcado un punto de inflexión en su vida. Aquel día, tras el golpe y después de cobrar la recompensa, el grupo se separó. Y John Marston, el “Red Dead”, dejó de existir. La agencia CSA le ayudó a crearse una nueva identidad y con el dinero obtenido montó un negocio de ropa en la ciudad de Wayohi. Su labia y su buena apariencia consiguieron que su tienda tuviera mucha fama sobre todo entre las mujeres de los hombres más ricos de la ciudad con lo que su negocio fue creciendo más y más. Por un tiempo consiguió mantenerlo en secreto pero cuando se enteraron varias de ellas que se estaba acostando con las otras clientas, le acusaron ante sus maridos de que se aprovechaba de ellas lo que llevó su tienda a la ruina y a él a sufrir varias palizas pagadas por los furiosos maridos.
Unos meses atrás, estando un día en el saloon de Lazarus escuchó que comentaban que habían encontrado oro en un pueblo de la Caldera, y pensó que era la ocasión ideal. Esta vez iba a montar un negocio de materiales y herramientas, de esta forma evitaría volver a caer en la tentación. O al menos, eso esperaba. Mientras los indios del tren le servían algo de comida, ojeó de nuevo el periódico que habían visto ese día.
Recordaba su encuentro en el saloon con un veterano llamado Jebediah Broud o “Jeb”. Habían estado hablando de planes, y las oportunidades que prometía el periódico. Ese día habían llegado a un principio de acuerdo. Era el momento de cambiar, y Zack se había puesto manos a la obra vendiendo el local de la tienda y todo lo que tenía en la ciudad. Quería empezar de cero. Para ello se dirigía ahora a Lazarus, donde tenía un almacén. Tenía que arreglar el papeleo de la venta, y de allí seguir a su nuevo destino. Jeb se iba a ir al pueblo primero a inspeccionar las posibilidades. Mientras tanto Zack terminaba de arreglar sus asuntos. El tren le iba a dejar en Fort Smith, y de allí a Lazarus. Si todo había ido bien, habría un telegrama de Jeb esperándole en Lazarus. Zack le enviaría otro, y seguiría en diligencia de Lazarus a su destino.
A un lugar llamado Judas Crossing.
Estuvo un buen rato sentado recordando aquel viaje en tren hace tantos años. Pero pronto se aburrió, él era un hombre que vivía el presente y la mayoría de las veces, sin pensar mucho en el futuro. En cuanto abrieron el vagón del casino se levantó de su asiento y se dirigió hacía allí. Tenía bastante dinero en el bolsillo, pero no pensaba arriesgarlo, sólo quería jugar para pasar el rato.
Mientras se dirigía hacia el vagón, vio como unos asientos más adelante una atractiva mujer se levantaba también de su asiento y salía por la puerta del vagón. Parecía que estaba sola, así que las mesas de juego habían pasado a convertirse en una segunda opción.
Zack le siguió a la mujer hasta el vagón del casino, y la encontró junto a la barra charlando con el camarero. Ya estaban abriendo las mesas de juego para amenizar el viaje. Pero la atención de Zack se centraba en estaba mujer. Era morena, de mediana edad y vestía con ropa elegante. En el dedo anular llevaba un anillo de oro adornado con una joya de cierto tamaño. No obstante, ella miraba sin ningún disimulo a los hombres de la sala, y finalmente llegó el momento inevitable de que la mirada de ella se cruzara con la de Zack.
Tirada oculta
Motivo: encuentro-tren-orientativo
Tirada: 1d100
Resultado: 90
-Soy Helen Barbara Fen, dijo ofreciendo su mano enguantada al apuesto joven. –A diferencia de mi marido, yo odio viajar por la Frontera, pero al menos en este trayecto podemos hacerlo con un mínimo de comodidades, ¿no?
si quieres puedes hacer una tirada de seducción con el siguiente post. Especifica también si el objetivo es conseguir algo de dinero de ella, o intimar :)
La vida era injusta. Él quería redimirse, pero la vida no paraba de ponerle delante a hermosas mujeres casadas. De todas formas solo sería un breve flirteo, no había visto al marido por ningún sitio y esta vez si que sería la última.
- Isaac Rubenstein, es un placer - dijo inclinándose para besar la mano de la mujer - cierto que por estas tierras no tenemos las mismas comodidades a las que estamos acostumbrados en el este. Pero a veces la vida nos sorprende con encuentros realmente agradables. ¿A donde os dirigís?
La miró fijamente y le dedicó la mejor de sus sonrisas. Estaba convencido de que el trayecto hasta Lázarus se le iba a hacer demasiado corto.
Motivo: Seducción
Tirada: 1d100
Dificultad: 43+
Resultado: 55 (Exito)
La sonrisa de Isaac le cautivó a la Sra. Fen, y no dudó en invitarle a tomar algo en un lugar algo más privado, y se sentó a su lado. Hacía mucho que su marido no le había mirado así...
-Me dirijo a New Echota, Isaac. ¿Te puedo llamar Isaac?, preguntó con voz ronca y seductora. -Echo de menos las noches en la gran ciudad. El ajetreo, las tiendas, los transatlánticos, las fiestas. ¡Ah, la música!
La mano de ella descansaba ahora en la pierna de Isaac.
(fundido en negro)
La parada de New Echota llegó demasiado pronto, y Helen Barbara Fenn se tuvo que despedir del apuesto Sr. Rubenstein. Le dio un beso en la mejilla, y le susurró en el oído la promesa de un nuevo encuentro.
También le dejó una carta perfumada con una dirección, así como unos dólares. El tren siguió su marcha hacia Fort Smith.
Motivo: dinero
Tirada: 1d20
Resultado: 17
17$ en total, no está mal. Si quieres jugar en las mesas antes de llegar a Fort Smith, puedes hacer una tirada de Juegos de Azar o de Juegos de Estrategia, indicando en la propia tirada con cuánto dinero juegas.
Parecía que en este nuevo comienzo la suerte le sonreía, así que decidió probar con alguna de las mesas para hacer más corto el viaje.
Él era, en cierto modo, un timador experto. El conseguir vender a sus clientas una docena de vestidos que no se iba a poner nunca le había dado experiencia en ese sentido. Por lo que antes de sentarse observó las mesas buscando una en la que los jugadores no parecieran demasiado experimentados.
En un extremo de la sala había una en la parecía que eran todos un grupo de amigos pues no paraban de reírse y bromear entre ellos. Si la suerte seguia estando de su lado, pronto dejarían de reirse pensó para si mismo mientras se acercaba a la mesa.
- Buenos días caballeros - dijo sonriendo e intentando parecer lo mas inocente posible - ¿puedo unirme a la partida?
Motivo: Juegos de estrategia
Tirada: 1d100
Resultado: 88
Zack estaba en racha. Después del encuentro con la Sra. Fen, pasó el resto del viaje en el vagón que hacía las veces de Saloon. A diferencia de su anterior viaje, ahora podía centrarse en los juegos sin estar pendiente del reloj y de los demás pasajeros. Jugó al Faro y a otros juegos, y antes de llegar a Fort Smith había logrado el doble de dinero.
Así que cuando por fin bajó del tren Seqoyah Star, tenía 44 dólares más en el bolsillo que cuando había subido. Fort Smith no ofrecía grandes oportunidades de ocio. Fue fundado por los mormones como fuerte, pero con el tiempo y con la llegada del ferrocarril había crecido bastante. Pero seguía teniendo reglas muy estrictas en cuanto al juego y a la diversión.
De Fort Smith, el viaje seguía en diligencia hacia Lazarus, donde tenía que cerrar la venta del almacén y tomar rumbo por fin a Judas Crossing.
Motivo: dinero adicional
Tirada: 1d17
Resultado: 10(+17)=27
La diligencia sale el día siguiente, así que pasas la noche en Fort Smith.
Isaac estaba agotado del viaje en tren y contento con su suerte hasta ahora, así que decidió dirigirse a un hotel y descansar el resto de la noche.
Si hubiera estado en otro sitio seguramente habría intentado dirigirse a un burdel a pasar la noche. Hubiera sido una forma de terminar lo que empezó con Helen aunque fuese con una mujer distinta. Pero por suerte o por desgracia, en Fort Smith no había esa clase de establecimientos.
La cama del hotel no eran tan cómoda como las de su casa de Wayohi, pero era mejor que dormir en el tren.
Por la mañana, Zack se levantó temprano para poder coger la primera diligencia con rumbo a Lazarus. Allí iba a dar por cerrado un capítulo de su vida con la venta de aquel almacén. Y comenzar uno nuevo.
Cierro escena, seguimos aquí
Siguiente escena en orden de lectura: [Cap I-Esc1.4.2] Lazarus