La sangre pura que no es absorbida
por las venas sedientas, y se queda
cual alimento que en la mesa sobra,
toma en el corazón a cualquier miembro
la virtud de dar forma, como aquella
que a hacerse aquellos vase por las venas.
C. XXV - L37
Ennis Cashpaw dio la espalda a la Main Street, las sombras del techo de madera escondieron una sonrisa maliciosa, de satisfacción. Se internó en el Saloon Peacock y encendió un cigarro. Fuera el viento soplaba con fuerza arrastrando las platas rodadoras y levantando remolinos de polvo, como anunciando el final de una tormenta. Su papel allí habia terminado. Y las cosas no se le habian dado nada mal. La participación de Twitchy había resultado excesiva para su gusto. Pero si Zack y sus amigos sabían agradecerle la ayuda, relegarian su papel a uno mucho mas discreto dentro de aquel oportuno tiroteo. La savia nueva que habia llegado a Judas pugnaba por hacerse un hueco en aquella encrucijada de ambiciones. Y mientras las fuerzas pujantes se peleaban. El viejo zorro movia sus hilos invisibles, ajustando cada pequeño engranaje del mecanismo de la gran máquina del poder.
Su mente cavilaba ya sobre lla futura reunion con la señorita D'Vialdi. De allí habrian de salir grandes cosas para él y los suyos. Su visión de una Judas renovada empezaba a tomar forma, un Judas dirigido bajo su firme e implacable mano. Sin embargo no podía perder de vista todavia a Yeates y su cuadrilla, no hasta que el sheriff y sus ambiciones con la Union West fueran aplastados por completo.
Subió las escaleras con parsimonia y mandó a uno de sus hombreses con un mensaje para Twitchy. No era prudente que lo vieran con él justo después de la balacera. Abrió la puerta de su oficina y se sirvió un buen trago de whisky. La euforia de la victoria lo habia gobernado por completo, estaba demasiado excitado, necesitaba una puta para desfogarse y pensar con claridad. -Julie!! Nancy!! Lavaos bien el coño y subid!-Gritó asomado a la varanda del piso superior...-Vamos, moved ese culos flácidos de una puñetera vez, y traed algo de fruta, no tengo todo el puto dia .- Se recostó en su sillon y apoyó los pies en el taburete que hacia las veces de cojin. -Hoy ha habido cohetes ¿no los habéis oido? Parece que es el 4 de julio, tenemos que celebrarlo.-
No pudo reprimir una sonrisa. No le gustaba repetir chica. No porque le aburriesen. Las mujeres tendian a asumir ciertos confianzas. Si se sentían favorecidas empezaban a pensar que podian reclamar ciertos privilegios y aquello era algo que no le convenia. No entendia cómo podian ser tan estúpidas, pero lo eran. Y aquello no era lo peor, por alguna razón las mujeres eran propensas a enamorarse, y el amor era el primer enemigo de los negocios como él siempre decia. Los enamorados solian adquirir la absurda idea de que los asuntos de su enamorado les pertenecían, y el despecho podia convertir a cualquier ovejita en el más perverso depredador. De aquel modo mantenia la distancia y les hacia saber que solo eran mercancia, y lo que hacían una mera transacción de negocios. Mientras las chicas lo satisfacían, el viejo Cashpaw pensaba en D'Vialdi. La reunion con la propietaria del First Bank ocupaba todos sus pensamientos desde hacía unos dias... en aquel momento se imaginaba sus labios gruesos y rojos recorriéndole la verga, y aquellos ojillos de corderita observándole suplicantes desde abajo. Pero su mente se había ocupado de asuntos mucho menos mundanos en los días previos. Sabia que la propietaria era astuta e inteligente. Y deberia medir bien sus palabras si quería que aquella reunion diese sus frutos. De repente se hizo el vacío, su mente se puso en blanco y sintió como su semilla se derramaba sobre la boca de las fulanas en frenéticas convulsiones, al ritmo de su corazón.
-¡Aparta coño!- protestó mientras empujaba a Nancy con el brazo y se incorporaba para abrocharse el pantalón. -¿Quién te dijo que chupases con tanta ansia, joder? ¿Tenias hambre o algo? ¿Acaso no os dan de comer en este puto tugurio...?- Habia perdido la concentración y se habia dejado llevar por el momento. Estaba disgustado. Ni siquiera en momentos como aquel le gustaba perder el control. -¡Qué cojones mirais! Venga, ¡vestiros y marchaos de aqui putas chupapollas! Y no esperéis una propina por dejarme con medio servicio...-
Se abrochó los tirantes y se sirvio un nuevo vaso de licor. Antes de que la ultima de las chicas abandonasen la oficina, ya se había arrepentido. -Decidle a Celeste que os he dado el dia libre...y que os den unas monedas para pasar la tarde...-
Así era Ennis Cashpaw, un hombre inclemente, pero con un sentido muy personal de lo que él llamaba la "justicia de los infames". De vez en cuando un atisbo de bondad se asomaba a los resquicios de aquel bloque de mármol que daba forma a a su corazón. Pero aquellos destellos nunca eran suficientemente grandes, ni duraban tanto como para confundirlos como una muestra debilidad por su parte. Los que lo conocían, habian aprendido a aceptarlos tal y como venían, y a marcharse sin mirar atrás antes de que el viejo zorro se arrepintiese de ellos.
Una vez a solas, Cashpaw salió al balcón de su despacho, y desde aquella posición privilegiada reflexionaba sobre la actual situación de Judas Crossing. En la compleja partida de póker que era el frágil equilibrio entre facciones, el tiroteo de la Main Street había tirado todas las fichas de la mesa. Las repercusiones de aquello no iban a tardar mucho en llegar, y mientras tanto en el horizonte ya se podía ver la llegada del ferrocarril y la anexión a alguno de los estados que ansiaban incorporar al pueblo, y sobre todo el oro que le daba la vida.
Ennis Cashpaw no era tonto, y sabía con certeza que tanto el ferrocarril como la anexión eran cuestión de tiempo. No se podía detener el progreso. Pero no podía permitir que Yeates y Bordeaux dicten a su conveniencia los tiempos de ese progreso, para repartirse así la jugosa tarta. Eso no...
Caminaba de vuelta a su despacho, sopesando la situación. En pocos días se iba a producir el esperado encuentro entre Cashpaw y Caprice D´Vialdi. A priori ella era de facción de los Aristócratas, igual que Bordeaux. Pero solamente les unía el inmenso poder económico que tenían, y todo parecía indicar que la propietaria del First Bank of the West tenía una agenda propia que no coincidía con la de Bordeaux.
Mientras tanto, había aparecido un nuevo elemento en escena. El grupo de Rubenstein, Broud y Ollerton ahora contaba con ese tal Morgan y el «lobo» Gerardo Mendez. Rubenstein era muy popular en el pueblo, y uno de los firmes candidatos para alcalde. Y además iba a ser el anfitrión de la reunión entre Cashpaw y D´Vialdi, ya que se llevaba bien con ambos. De nuevo, Cashpaw se felicitó por haberles «fichado» cuando llegaron al pueblo. Estaba claro que tenía un buen ojo para estas cosas. Se mantenía firme en medio de la tormenta, como una roca firme que sostenía el pueblo de Judas Crossing.
Desde que terminara el tiroteo, el grupo de Rubenstein se había atrincherado en su tienda, donde también tenían al Viejo Clemens. Unos pocos hombres de Ridgeway les tenían vigilados desde la distancia. Los únicos que habían podido entrar allí eran el médico Sebastian Callahan y el ayudante Stich Stanton...
Sin embargo, le faltaban piezas. El futuro que les esperaba era consecuencia de cómo estaban las cosas ahora. Y para entender la situación actual, tenía que mirar hacia atrás. Y Cashpaw tenía ojos y oídos en muchos lados, incluso en la tienda de Rubenstein...
-¿Se puede?, preguntó el doctor Callahan tras asomarse nervioso por la puerta de Cashpaw. Sin esperar respuesta, se acercó a la mesa y se sentó, aferrándose con las dos manos a su enorme maletín de médico con las dos manos. Estaba nervioso, y ... ¿enfadado?
-Vengo de la tienda de Rubenstein y de Jeb, ejem, de Broud. Están reunidos, también estaba Anthony Orpheus del First Bank of the West. En primer lugar, quieren que te transmita que la reunión con la Srta. Caprice D´Vialdi sigue en pie, y que es más urgente aún si cabe. Pero hay más...
Ennis se dió la vuelta y observó al doctor con curiosidad. No era propio en él aquel hablar tanto, y aquel tono...
Ladeó la cabeza y se acercó a la mesa apoyando la mano izquierda en el respaldo.
¿Y bien? ¿Vas a soltar eso tan importante que has venido a decirme, o voy a tener que adivinarlo con mis jodidos poderes mentales de leprechaun? ironizó llevandose los dedos indice y corazon hasta la sien.
A Ennis Caspaw no le gustaban las jodidas sorpresas, y la cara del Doctor tenia una gran S dibujada en su rostro.
El doctor Callahan pasó por alto el comentario de Cashpaw. Se conocían bien, y aunque Callahan prefería mantener una posición neutral en las disputas entre facciones, con el tiempo había aprendido a valorar al "Blackeye", y lo que había hecho por Judas Crossing.
Es un jodido cabrón... pero es nuestro jodido cabrón.
-A ver, carraspeó, -estuvieron reunidos, hablando del Viejo Clemens. También estaba ese tal Oliver Morgan. Resulta que en aquella fiesta del barco El Paradiso, un documento de gran valor cambió de manos. En una partida de póker concretamente. Se trata de una concesión de prospección para una zona más alejada, en la parte alta del Río Delores. Por algún motivo, Bordeaux quiere esa concesión a toda costa. ¿Te acuerdas de aquel perito de la Costa Este que apareció muerto? ¿Aquel que trabajaba para First Bank of the West? Pues estuvo tasando el valor de esa concesión, la "3CL". Y murió en extrañas circunstancias. Este tema me toca de cerca, porque alguien falsificó mi firma para el informe... para ocultar la verdad.
Sebastian Callahan se puso serio. -Todo esto lleva hasta Lazarus, donde Bordeaux y Yeates tienen bajo control a los agentes de la ley. Y ahora los tenemos aquí. Pues Rubenstein y los demás han estado buscando a la misteriosa mujer que ganó aquella concesión en la partida de póker en El Paradiso. Y Ridgeway y sus matones también lo buscan. Por ese motivo ha muerto también Mortimer Harnden y recibió la paliza el Viejo Clemens, lo que provocó finalmente el tiroteo de la Main Street.
El rastro de la concesión 3CL estaba marcado con sangre. Y muerte.
-Orpheus Anthony del First Bank estuvo investigando la muerte del perito, y ese tal Oliver Morgan confesó, en mi presencia, que es un agente de los Pinkerton, contratado para esclarecer la muerte de aquel hombre.
Callahan esperó la reacción de Cashpaw. Era mucha información de golpe, pero en alguna ocasión habían hablado de lo peligroso que podía ser que los sabuesos de los Pinkerton se metieran en los asuntos de Judas Crossing.
Las piezas empezaban a encajar. Una concesion en los altos del Delores, el perito muerto, la implicación del First Bank en todo aquel asunto...
_Pues claro... joder, debe ser grande si han montado todo esto para conseguirla...- pensaba en alto, pero era obvio que no le importaba, el Dr Callahan era de fiar, al menos mientras su estupida decencia no se interponía .
-...¿3CL dices?...- su gesto se torció un poco a medida que sus sesos ordenaban el rompecabezas.
Algo no terminaba de encajar. Si sabian cual era la concesión ¿porqué no habian dado todavia con el nuevo propietario?
Era tan sencillo como acceder al registro, o en su defecto, al registrador. Era obvio que aquel paso estaba al alcance de gente como Yates o Bordeaux...¿entonces? Algo se le escapaba, fuera quien fuese habia puesto de su parte para mantenerse anónimo y aquello era peligroso. Judas era un pueblo pequeño, donde todo el mundo se conocía, si algo así salia a la luz seria imposible detener la histéria.
Las cartas se habian puesto sobre la mesa y ahora el viejo zorro sabia exactamente que era lo que tenia que hacer. Aquella concesion tenía que ser suya, cayese quien cayese en el proceso...
Echó un vistazo por la ventana, como intentando averiguar que se cocía al otro lado de la calle, el viento arrastraba una leve humareda gris y todavia podia apreciarse el olor a pólvora en el ambiente. Ennis apoyó la mano sobre el marco de la ventana y peinó parsimonioso los extremos de su bigote con los dedos indice y pulgar.
-Puedes irte...- dijo al fin -...cuando salgas dile a Copeman que venga a verme de inmediato...y a Twitchy si lo ves...hay trabajo que hacer.-
Callahan asintió y se dispuso a abandonar la oficina, pero antes de que cruzase el umbral Caspaw chasqueo lo dientes y levantó el dedo indice para llamar su atención. -¿Supongo que no hace falta que te lo diga no?- Los ojos de Enis se clavaron en los del Doctor fulminnadolo con la mirada. Éste bajó la vista y asintió con gravedad haciendo el gesto de cerrar una cremallera invisible sobre los labios.
-Por supuesto señor, soy una tumba.-
-Por supuesto señor, soy una tumba.-
Una tumba... El médico era un hombre decente, seguramente demasiado para su propio bien. Pero conocía su oficio, y era respetado por todas las facciones, sin aliarse con ninguna.
Cashpaw intentaba recordar los sucesos de abril de ese año, cuando había aparecido el cadáver de aquel perito de Boston. First Bank of the West lo había traído para evaluar el valor de algunas concesiones. En su mayoría eran papel mojado, y los mineros primero buscaban cerca de los afluentes del río Delores. Lo que encontraban era suyo, y unos pocos se lanzaban a reclamar una concesión para hacer algo a largo plazo. Y menos en la parte alta del Río Delores.
Aquella concesión, la 3CL, debía haber estado tiempo en la caja fuerte del First Bank, como aval de algo. A menudo volvían a las listas de concesiones para asignar o para ser adquiridas en subasta. Era una forma barata de conseguir concesiones, y las que tenían un informe técnico de aval multiplicaban su valor.
¿Y si aquella concesión fuera realmente valiosa? ¿Quién podía saberlo? ¿Quién podría querer ocultarlo matando al perito?
La llegada de Copeman le sacó de sus pensamientos a Cashpaw.
Cof - cof...
-S-señor, comenzó Copeman tratando de controlar un terrible ataque de tos sin mucho éxito. -M-me has llamado, sentenció. Luego añadió: -Twitchy no está ... aqúí --- está con ... alguna...
Se encogió de hombros, esperando órdenes de su jefe.
Los días previos a la reunión fueron de mucha tensión. La tienda de Rubenstein estaba siendo vigilada por los hombres de Ridgeway, y en su interior estaba el viejo Clemens, herido pero vivo. Por momentos, Cashpaw vio peligrar la reunión con D´Vialdi, pero finalmente no fue así. Amos hizo de mensajero, y logró establecer las normas. Cashpaw llegaba primero, con cinco hombres. Tres se iban a quedar fuera, y entraba con dos. Contaba con Copeman y Twitchy, que además se jugaba mucho en todo esto porque había participado directamente en el tiroteo con los hombres del sheriff.
Después iba a llegar D´Vialdi, con dos acompañantes. Y se iba a decidir el futuro de Judas Crossing.
Siguiente escena en orden de lectura: [Cap III-Esc25.2] La Croupier
fin de la escena, Cashpaw sigue en Esc 29. Romper la rueda