Partida Rol por web

En verdad muchas veces pasan cosas

que dan materia falsa a nuestras dudas,

porque la causa cierta está escondida.

                   Canto XXII - L28

Cashpaw pasaba largas horas cada mañana en su despacho pensando en la situación de Judas Crossing. Las facciones se estaban moviendo. Necesitaba retrasar la llegada del tren y la anexión a Colorado para fortalecer su posición y contrarrestar la emergente alianza entre Bordeaux y Yeates. No era fácil llevar las riendas del Consejo en este nido de víboras que era el pueblo, y aún más cuando uno estaba rodeado de inútiles. Pero alguien tenía que hacerlo, y por eso Ennis Cashpaw estaba al mando. Porque él veía las cosas desde una perspectiva más amplia. El negocio del opio estaba dando sus frutos, y cada vez tenía más claro que un acercamiento a Rubenstein y a D´Vialdi era un paso necesario para volver a colocar la facción del Consejo en el centro del tablero. En el entorno del aspirante a alcalde estaba Nathan Ollerton y también Gerardo Méndez, la puerta de entrada a los Lobos. Los mejicanos habían sufrido mucho y apenas le quedaban pistoleros al señor Ortega. Parecía que su tiempo se estaba acabando, y literalmente un tren les iba a pasar por encima llegado el momento. Pero ahora eran necesarios, pues servían para retrasar lo inevitable tiempo suficiente como para que Cashpaw pudiera mover sus fichas.

A veces, lo único que faltaba era un suceso imprevisto, algo para encender la mecha y poner todo en movimiento. Un paso en falso del nuevo sheriff Ridgeway, o un asesinato en plena noche. Pequeñas cosas que podían agitar el nido de víboras.

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El nido de víboras... Era una buena descripción de Judas Crossing. Sin embargo, a Ennis “Blackeye” Cashpaw el sonido de las serpientes de cascabel el reconfortaba. Significaba que el pueblo estaba vivo, y que podía conseguir los beneficios y las metas que se propusiera. El acuerdo con el Doctor Opio le había abierto nuevos horizontes, y ahora contaba con informantes nuevos. No podía tratar con ellos directamente, pero al final la información llegaba hasta el despacho de Cashpaw. Por ejemplo, la mujer del óptico, esa tal Phoebe Ames, era clienta habitual. Y al mismo tiempo, mantenía relaciones con la élite de los Aristócratas. Gracias a la adicción de la señora Ames, ahora Cashpaw sabía que Caprice D´Vialdi estaba tratando de averiguar por todos los medios qué le sucedió al perito Robert Hayward. Aquel pobre desgraciado de Boston cuyo cadáver apareció en las montañas. Al parecer, había estado evaluando ciertas concesiones mineras que tenía como aval el First Bank of the West. Esos avales se sacaban a subasta cada cierto tiempo, y Bordeaux se encargaba de adquirir los que tenían algún valor para seguir controlando la extracción de oro. No le preocupaban los gambusinos que subían por el río Delores con su sartén para volver con un puñado de pepitas. Lo que quería evitar era una mina de gran tamaño, avalada por una concesión, que pudiera competir con su negocio.

Algo no terminaba de encajar para Cashpaw. Recordaba la llegada de aquel fiambre. Y poco después se celebró una fiesta para los más ricos y poderosos en una embarcación fluvial en el Mississippi. D´Vialdi se interesó bastante por aquella fiesta, pero no acudió en persona. Cashpaw guardó en su mente aquellos hechos aparentemente aislados, porque en cualquier momento podía aparecer una relación ...

TOC TOC

La entrada de Copeman interrumpió las reflexiones matutinas de Cashpaw. Ataviado con su larga gabardina, y tosiendo en un pañuelo como de costumbre, Copeman le puso al día de las novedades.

-Han matado cof cof a Mortimer Harnden, el socio de Castellon... Estrangulado parece ser...

Copeman contó cómo aquella mañana habían encontrado el cuerpo sin vida de aquel hombre, y cómo Ollerton, Broud, Morgan y Mendez habían llegado antes que el nuevo sheriff Ridgeway. Al parecer, hubo algún momento de tensión entre los cuatro y los hombres de Ridgeway, y Mendez se marchó a la Hacienda de Ortega y los otros tres a la tienda de Uriah Clemens, donde dormía Harnden.

-Nuestros cof chicos están atentos a ver qué pasa... Ah, cof cof, el señor Rube..., Copeman tuvo que apoyarse en el marco de la puerta cuando le vino un ataque de tos tísica aún más fuerte. -Rubenstein se ha ido otra vez al Alabaster Moon, para hablar con las chicas...

Se vivían dias turbulentos. Los últimos acontecimientos habían soliviantado los ánimos de unos y otros. El ferrocarril, Yeates, los lobos, el nuevo sheriff... Las piezas del gran puzzle empezaban a encajar, Ennis lo sabía, y como no podía ser de otra forma habia anticipado casi cada uno de los movimientos que se sucedían en el crossing, a excepción de algunos pequeños episodios que lo mantenian intrigado. Los accesos de tos de copeman iban a peor. No es que le tuviera un apreció especial, pero era el tipo de hombres dificiles de substituir llegaro el momento. Y ahora Caspaw necesitaba a todos sus hombres a pleno rendimiento. ¿y que coño haces ahí parado todavia? ¿Quieres que te lance unos cacahuetes? Parecía que aquellos patanes no sabian hacer nada por si mismos. ... envía a alguien a Celeste, que lo mantengan vigilado. Quiero saber hasta la ultima palabra que sale de su boca....letra por letra... hice un gesto con la mano invitandolo a abandonar la habitación y regresé a papeles. [B]...y luego vete a visitar al doctor...joder, vas a llenarme el puto local de flemas, que te dé algo para esa tos[B] Mojé la pluma en algo de tinta negra y firmé un par de documentos pendientes, el frasco estaba casi agotado. Tendría que mandar a uno de los chicos a por más al almacén. La reunión con la señorita D'Vialdi se aproximaba y todavía debia ultimar las preparaciones. Podía mascar la tensión en el aire. Sonreí. Había nacido para aquellos momentos. Cuando otros se encogía en sus trajes de corte de imitación, Caspaw se crecía hasta convertirse en un gigante. Disfrutaba de aquellos momentos, no podía evitarlo. Pero cuanto más grande se hacia más difícil seria la caída...no podia permitirse fallar.

Copeman se marchó para transmitir las órdenes correspondientes, aún tosiendo de forma descontrolada mientras bajaba por las escaleras. En cuestión de minutos, volvió al despacho de Cashpaw. Sin duda tenía algo importante que decir...

-Los tr- cof cof .. los tres. Van armados por Main Street. Ollerton, Broud y ese Morgan. Anoche los ayudantes de Ridgeway cof cof se llevaron detenido al viejo Clemens...

En el pueblo sabían que Uriah Clemens, el viejo Clemens que vendía carbón y suministros en su pequeña tienda, había forjado una amisstado con Rubenstein y los demás. De hecho, el ahora difunto Mortimer Harnden dormía en la trastienda allí, y le ayudaba con las cuentas. Y cada cierto tiempo se reunían allí para hablar de sus cosas.

-Van armados hacia la oficina del sheriff en este momento, y allí les esperan cuatro cof cof alguaciles con rifles... Han ... despejado la calle...

Cashpaw se quedó sorprendido por las noticias, y por el hecho de que Copeman fuera capaz de darlas después de haber subido corriendo las escaleras. El trapo que llevaba en la mano, el mismo que solía usar para limpiar los vasos, estaba llena de manchas de sangre. Rápidamente, Blackeye se levantó de su mesa y se acercó a la ventana que daba al balcón. La situación estratégica del Peacock Saloon le permitió comprobar que, efectivamente, la calle principal estaba prácticamente desierta. Y que había al menos cuatro hombres armados con rifles Winchester esperando junto a la oficina del Sheriff.

Los cuatro lucían estrellas en su pecho, pero eran matones y pistoleros, hombres de la peor calaña.

Cashpaw había dado instrucciones a sus hombres, y a medida de sus posibilidades ellos intentaban cumplirlas. La idea era provocar el conflicto entre el grupo de Ollerton y los matones de Ridgeway, ya que según los cálculos de Ennis Cashpaw, aquello podía beneficiar su facción. Y para conseguir que una situación tensa explote, había enviado a Twitchy Ryan. Le llamaban "Inquieto" precisamente porque solía poner nervioso a cualquiera que estuviera cerca, y además era absolutamente letal con su revólver.

Llegaron novedades. Ollerton, Broud y Morgan ahora contaban con Gerardo de los Lobos Negros, y Rubenstein. Ya eran cinco. En aquel momento, Twitchy estaba ya de pie entre la oficina del Sheriff y el grupo de Rubenstein. Por desgracia, estaba fuera del ángulo desde la ventana del despacho, pero Cashpaw sí podía ver a los hombres de Ridgeway que seguían de pie en la calle. Todo avanzaba muy lento.

No se escuchan tiroteos. Lo siguiente que le llegó a Cashpaw era que los cinco del grupo de Rubenstein se había parado enfrente del First Bank of the West y que habían entrado con Orpheus Anthony, la mano derecha de Caprice D'Vialdi. También había rumores de que Ridgeway estaba reunido en aquel mismo instante con el General Yeates.

Cuando las nuevas sobre que Rubenstein y los suyos se habían detenido en el First Bank llegaron, Ennis se encontraba asomado al alfeizar de la ventana. Vigilaba a Twitchy, pero le costaba alcanzar a ver el resto de la escena.

Las nuevas no le gustaron. No por lo que podían significar, sino porque se trataba de un imprevisto, y a Caspaw no le gustaban los imprevistos.

Manda a alguien al First bank... Rápido Coño! gritó al ver que Copeman no se tomaba aquella orden con la presteza que requeria.
...quiero saber hasta la última palabra de lo que han ido a hacer allí nuestros amigos comerciantes...que venga aquí en cuanto sepa algo....y manda a también a alguien a donde Yates. Espero que ese hijo de puta no intente jugarmela...

Mientras gritaba ordenes, recogió su chaqueta y bajó las escaleras. Estaba dispuesto a coger un asiento en primera linea para aquella función. No queria perder detalle, y no se fiaba de que sus hombres entendiesen todo lo que queria de ellos.

-Han cerrado el -cof-cof- el Fi-First Bank, informó Copeman cuando Cashpaw ya se dirigía a la puerta de salida. -Puedo enviar a una de las putas, dijo e hizo un gesto hacia Lizzy que estaba sentada en una de las mesas del Saloon Peacock.

Copeman se lamentaba de no contar con nadie mejor en aquel momento. -¿O quieres que cof cof vaya yo?

Copeman escuchó las órdenes de Cashpaw y mandó a una de las prostitutas a fisgonear en el First Bank. Mientras tanto, el propio Cashpaw bajó las escaleras y se vistió con su chaqueta para salir a la calle. Caminaba por las tablas de madera de la manzana de Peacock Saloon, sin pisar la calle abandonada. No quería llamar la atención. En la esquina vio a los cuatro hombres de Ridgeway, y también a Twitchy Ryan en posición.

El hotel Pillory, propiedad casi en su totalidad de Cashpaw, y en posición privilegiada en la esquina de First con Main, le proporcionó un buen escondite para seguir los eventos de cerca. Y desde allí vio llegar a los cinco, encabezados ahora por Isaac Rubenstein...