Partida Rol por web

-El dinero se inventó para que quienes lo atesorasen pudiesen disfrutar de esos caprichos, pues para comer, dormir y vestir, no haría falta más que comida, una cama y ropa-dijo Jeb-...para eso no hace falta atesorar mucho.

Jeb miró a los ojos de la muchacha sonriendo. Asintió con satisfacción, mostrando complicidad y empatía. Como mostrándole que sabía cómo se sentía. Se hizo un silencio, no demasiado prolongado. No tan largo como para ser incómodo. Pero fue suficiente para permitirle a Jeb volver al tema que le interesaba. 

-¿Así que la señora Vivaldi eh?-dijo Jeb-Conozco a la señora Vivaldi, la dueña del banco ¿verdad? Me pregunto qué querría ese D´Rue de alguien como ella. No parece el tipo de hombre del que alguien como Caprice Vivaldi se pudiese encaprichar. Pero cuéntame ¿qué aires?¿Comentaba él algo de Vivaldi?

-Sí, D'Vialdi es la dueña del banco. Y una señorita de mucha clase, sin duda alguna, contestó y añadió a modo de confidencia: -No son pocos los hombres solteros que la están cortejando, ¿sabes?

La charla siguió distendida, y volvieron al tema de Pierre D'Rue. -Lo que quiere alguien como él es trepar hacia arriba. Hizo un gesto con la mano que hizo recordar a un escarabajo, o a una cucaracha, subiendo por una escalera imaginaria.

-No sé qué vio la señorita D'Vialdi en aquel impresentable como para invitarle a la cena. Pero aquello le dio alas para darse a conocer entre los Aristócratas. Incluso fue invitado a una fiesta exclusiva, con personas muy importantes de la región. Cuando me lo contaron Sappho y Sonya, no me lo podía creer.

Elizabeth se quedó en silencio, y miró el reloj en la pared. Llevaban un buen rato hablando, y Jebediah aún no le había pedido subir a ninguna habitación... ¿Será tímido?, pensó y le cogió suavamente la mano entre las suyas.

-¡Oh, no, no, querida! No es que no me agrades. Al contrario. Pero es pronto para mí-dijo Jeb-Ha sido un placer. Toma, esto pagará las bebidas y la conversación...y más tarde quizá podamos hacer algo más que hablar. Ahora discúlpame, pero tengo que irme. Dime, ¿quiénes son Sappho y Sonya? Quizá pudiese hablar con ellos más tarde.

Lizzy volvió a mostrar su sonrisa dulce y encantadora, y cogió el dinero de forma disimulada. -Otro día entonces, le dijo y le lanzó un beso al aire. Antes de que Jebediah se levantara de la mesa, le dijo: -Sappho Annie Baines, y Sonya. Son dos chicas de aquí del Alabaster Moon. No están hoy. Sonya está bastante asustada por aquel tema de mirón. No sé si has visto algo en el Gazette. Entre las chicas reunimos dinero para una recompensa y todo. Un tipo raro se asoma por las noches detrás de las ventanas, y Sonya se asustó mucho la pobre. A mí... pues no me importa. ¡Creo que me gusta que me miren! Pero cada uno es como es. Sappho se ha quedado con ella a consolarla.

Comenzaba la actividad normal en el burdel, y Elizabeth y Jebediah tuvieron que despedirse de momento. Ya en la calle, Jeb pensó que al menos tenía dos nombres. Dos chicas que habían estado en el barco El Paradiso. El asunto del misterioso mirón del Alabaster Moon era una complicación, pues parecían estar asustadas y sin ganas de hablar con desconocidos. Pero también podía ser una oportunidad para hacerles un favor y así ganar su confianza.

Sus pasos le llevaron de vuelta a la tienda. Por el camino escuchó a varios hablando del problema de suministros a consecuencia de los ataques sufridos por las caravanas, y como era cosa de los indios seguramente. También dijeron que el General Yeates, el líder de la facción que llevaba su nombre, había propuesto una solución, y parecía recibir elogios por ello.

Cashpaw se prepara para una reunión del Consejo Municipal, y mueve los hilos para sacar provecho de una crisis que amenaza con generar problemas de abastecimiento en Judas Crossing.