Partida Rol por web

Nathan siguió apuntando con la experiencia que había acumulado en sus años de guerra, sabía que no había que precipitarse al disparar y era mejor apuntar para asegurar el disparo. En cualquier caso Ridgeway se estaba suicidando pues era imposible que saliera vivo de aquel tiroteo y lo único que a Nat le preocupaba era que pudiera herir o matar a alguno de sus aliados. Su disparo en la pierna no lo mataría, pero también acababa de recibir uno en el pecho que probablemente lo mandaría al otro mundo. Justo después de disparar volvió a preparar su arma, una costumbre ya adquirida para tenerla preparada por lo que pudiera pasar, aunque parecía que allí había terminado todo.

-Parece que quiere irse al infierno rápido.

Dijo mientras miraba alrededor esperando que el lance de Ridgeway no exaltara los ánimos de nadie más, aunque probablemente verlo desangrarse en el suelo era suficiente para que nadie quisiera intentar fortuna.

Aunque con gusto le hubiese descerrajado un disparo a Ridgeway entre ceja y ceja, Jeb aguantó la tentación.

De momento tenían a Yeats de su parte, pero había dejado claro su postura y desafiarlo ejecutando a aquel miserable no habrían conseguido nada salvo empeorar las cosas. 

-Total, a esa no sobrevivirá. Casi prefiero que se muera agonizando lentamente como el perro que es. 

Escupió al suelo para echar una náusea que se le había subido, mientras mantenía el arma en alto. Cuando se la jugaba con gente de aquella calaña toda precaución era poca y bien sabía por experiencia que una alimaña malherida podía ser muy peligrosa. 

A regañadientes, Bud McCoy bajó el arma. Suspiró. Hubiera sido fácil apretar el gatillo. Había sido el propio Ridgeway quien había iniciado el tiroteo. Deseaba venganza. Pero bajó el arma aún así. Era lo que tenía que hacer. 

-Judas Crossing se merece algo mejor, dijo y miró a Nathan y a los demás. En aquel instante, McCoy supo que no volvería a llevar la placa del sheriff. Comenzaba una nueva era en Judas Crossing.

Entre todos, subieron con cuidado a Ridgeway a uno de los carromatos para llevarlo hasta el pueblo. Bordeaux se quedó hablando con Yeates unos minutos, pero la relación entre los dos parecía haberse roto de forma irremediable. Finalmente, el General Yeates se despidió del remilgado francés y visiblemente enfadado regresó con el resto a Judas Crossing.